Alimentación. Los prematuros pueden comer más lento que los niños nacidos a término, les cuesta más esfuerzo y algunos se duermen antes de acabar la toma. No se les puede forzar a comer y cuando toman la fórmula especial para prematuros no se debe sobrepasar un aporte diario de unos 150 ml/kg al día. Si el niño toma pecho hay que dejar que se regule por sí mismo y no intentar controlar la ingesta o el peso obsesivamente. Sabrás que come lo suficiente si tienes que cambiarle cuatro o cinco veces los pañales a diario.
Infecciones. Lavarse las manos es la medida más eficaz para prevenir las infecciones, además de hacerlo con los juguetes de vez en cuando con agua y jabón. Asimismo, procurar que no esté en contacto con niños enfermos (no debería compartir habitación con sus hermanos mayores) o adultos con infecciones respiratorias (catarro, gripe...) y evitar los lugares cerrados con mucha gente (fiestas familiares, centros comerciales, etcétera) y los ambientes contaminados de humo.
Muerte súbita. Los prematuros tienen un mayor riesgo de presentar el Síndrome de la muerte súbita, pero las medidas de prevención son las mismas que para cualquier otro niño: dormir boca arriba, en un colchón firme, sin almohadas ni otros elementos en la cuna. Hay que hacer la cama de manera que la sábana nunca tape la cabeza, abrigar al bebé adecuadamente (ni mucho ni poco) y vigilar que la temperatura de la habitación en invierno sea de 21-22 °C.